martes, 6 de diciembre de 2011







Cuantos días con el alma desvelada, cuantas noches cometí el mismo crimen,... cuantas veces te he buscado entre caladas. Cuantos versos, cuantos besos siguen presos, ¿cuántos?, dime.


Esta canción es una carta sin remite, una botella que se arroja al mar en esas noches en que el cielo se derrite y la luna te permite que la saques a bailar. Es cuando salgo a pasear con este corazón en vilo por el filo de la melancolía que destilo. Yo desfilo en busca de un poquito de placer y de unos ojos de hombre donde poder pedir asilo.
Porque el mundo es tan amargo que a veces parece hiel, y yo me siento una extranjera hasta debajo de mi piel, miel. 
Yo soy fiel al boli y al papel porque se que la belleza es un amante cruel, cuando se apagan los focos, porque se acaba el concierto, yo vuelvo a ser una loca, una poetisa en el desierto.
Niño, que solo tiene desventuras y reproches, y un jardín lleno de versos que florecen por las noches. Y esta noche hay luna llena en el cielo de tu boca, y mi loca inspiración se ha vuelto más loca y te quiere escribir versos en la arena de tu playa pa que tu los leas antes de que suba la marea y se vayan al mar de los peces de ciudad bajo un cielo de alquiler que se llama soledad.
Ya no hay tiempo que perder en esta sucia sociedad, si cada silaba que silba al alba grita libertad.
Es verdad que a veces aquí la piel estorba, el dolor desborda, la esperanza es sorda,... y este corazón que cuando calla nunca otorga, solo engorda con cada renglón que al ritmo borda.
Voy al abordaje de un pedazo de horizonte y de unos ojos que me salven del peaje de Caronte, porque vivo encerrada en esas playas sin mar de los mcs que solo saben escribir y fumar.




Sharif.


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