Cuantas
madrugadas...
cuantos cuentos de hadas sin Alicias,
cuantas
caricias prestadas,
cuantos labios me sirvieron de coartada
en
esas noches que la luna dormía sobre mi almohada.
Y amado mío
de azufre y poesía
es la agonía del que sufre del dolor de la
utopía,
en mi ciudad las madrugadas son tan frías
que
hasta la soledad anda buscando compañía.
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